No suelo escribir sobre temas ajenos a mi profesión en esta red, sin embargo, es cierto que me siento algunas veces abrumada por tanta información que circula en redes, en todas; en Linkedln, en mi caso por mi profesión e intereses es la legal. Los abogados solemos muchas veces desapegarnos y creamos barreras para distanciarnos de la gente (clientes, pares, jueces, árbitros, peritos, contraparte, etc), creyendo que, eso nos hará más profesionales, creíbles y hasta más exitosos.

Hace muy poco en una conferencia compartí con una colega que admiro y aprecio, y, hablando del rol de los árbitros internacionales, mencionó que ella ve con tristeza que, sobre todo en países donde se practica el common law, que los árbitros se quedarán cada vez más solos, y que su vida social se limitará a un círculo mínimo, casi familiar, por el temor de no ser “independientes e imparciales”, la escuché con atención y luego reflexioné sobre ello, y veo al igual que ella que esa línea dura la creamos nosotros mismos. Somos seres sociales por naturaleza, y necesitamos serlo, estudios recientes han demostrado que las personas con más y mejores conexiones sociales y familiares vive más años que quienes no las tienen. Si no hay contacto, al final no hay contrato, y así funciona el mercado, los abogados vendemos nuestros servicios y a nosotros mismos, lo que hacemos es lo que nos diferencia para que un cliente nos contrate.

Las conexiones entre pares y clientes es indispensable, cada día se aprende algo de alguien, pero para ello hay que desarrollar ese músculo emocional que nos facilite mantener la línea de la “conversación” porque cuando la pierdes, pierdes al cliente también, cuando ya no te escucha, no hay mucho más que hacer; eso pasa también en arbitraje, la línea de conexión con los árbitros hará que la presentación de la teoría del caso sea clara y “vendible” para ellos. Hay que optimizar las relaciones personales, en todas las áreas de nuestra vida, ya sea profesional, familiar y de amistad. La clave del éxito, aunque suene trillado, tiene mucho que ver con cómo nos conectamos con la gente, y cómo las hacemos sentir.